Mi Kobo reanimó mi pasión por leer
Cuando era más joven, solía leer un montón. Me ponía a leer en todo momento posible, consumiendo trilogías y series en unos cuantos días. Consistemente comenzaba novelas, colecciones de cuentos o de ensayos, y podía terminarlos sin aburrirme o cansarme en el proceso, incluso si el libro que había escogido no era del todo de mi interés. Libros en físico, libros electrónicos, fan fiction, entradas de blog, feeds de RSS, no importaba: lo leía todo.
Y luego llegué a la adultez.
En algún punto luego de mi primer año de estudios universitarios, dejé de leer tanto como lo hacía antes. Más y más de lo que leía era contenido que debía leer: libros de texto, ejercicios y problemas, lecturas requeridas para mis cursos; no me disgustaba lo que leía (la mayoría del tiempo, por lo menos), pero cada vez había menos lecturas recreativas para dar paso a las lecturas obligatorias, al punto en que podían pasar meses sin abrir un solo libro.
Cierto evento distópico que marcó el inicio de los 2020s (ugh) me dejó mucho tiempo libre en las manos atrapado en una casa que compartía con otros ocho amigos, así que para no volverme loco decidí volver a mis antiguas pasiones y hobbies, y en cuanto a la lectura hice una inversión que rindió frutos.
Compré una Kindle.
Inicialmente, el Kindle funcionó de maravilla para reconstruir mi hábito por la lectura. Sólo en 2020, leí 28 libros de acuerdo a mis estadísticas de Goodreads, 25 más que el año anterior (!!). Sentí que mi Kindle me ayudó a dar un paso al futuro gracias a los beneficios comunes de un lector de libros electrónicos: su practicidad, el poder cargar conmigo una colección grande de libros al salir a caminar o a tomar un café, etc.
Pero, nuevamente, dejé de leer poco a poco. En 2021 leí 15 libros menos que el año anterior, y el numero bajó a apenas dos libros leídos en 2022.
A inicios de este año, luego de sentirme más estable tras una mudanza internacional y un nuevo trabajo con bastante aprendizaje, decidí volver a involucrarme con mis pasiones, motivado en parte por la cálida escena literaria de Vancouver. Con mis tarjetas de las bibliotecas de Metro Vancouver bajo el brazo, comencé a pedir libros en préstamo y trabajar en mis lecturas una vez más.
Y aunque tuve éxito en parte, me di cuenta de que estaba cayendo en los mismos problemas que solía evitar al leer en digital: o bien olvidaba los libros en casa, o llevaba el incorrecto en mis viajes y decidía a mitad de camino de un viaje de una hora que realmente quería leer otra cosa.
Luego, intenté volver a leer en mi Kindle pero, por alguna razón, empecé a darme cuenta de algunos aspectos negativos del modelo que tenía. Mi Kindle Paperwhite (2019) se sentía bastante lento cuando intentaba navegar su interfaz de usuario, y cambiar de páginas tomaba lo suficiente para romper con la inmersión como lector. Asumí que era un desperfecto en general de los lectores de libros electrónicos, de la tecnología eInk o algo por el estilo.
Y luego me topé con un mostrador de Kobo en una librería Indigo.
Hasta este punto, sabía que había otros fabricantes de lectores de libros electrónicos aparte de Amazon pero asumía que, al ser de los nombres más grandes, el Kindle tenía la mejor tecnología. Esto dejó de tener sentido para mí al empezar a probar los modelos de Kobo en el mostrador. ¡Descubrí que había pantallas a color! ¡Esto era algo completamente nuevo para mí! Pero como no suelo leer libros a color, decidí pasar mi atención a los otros modelos.
El Kobo Clara BW me llamó la atención. Me gustó su formato pequeño, similar al del Kindle que ya estaba acostumbrado. Me gustó que no tenía ningún botón (contrario a lo que parece ser la opinión popular, soy más de tocar la pantalla para cambiar de una página a otra). Pero lo que me convenció fue la velocidad al cambiar de páginas, muchos años por delante de la de mi Kindle. Todo se sentía extremadamente rápido, y en un chasquido de dedos podía pasar de una página a la siguiente, a la siguiente, a la siguiente.
Así que navegué Youtube y Reddit, vi y leí reseñas y artículos y comparaciones, visitó Indigo una docena de veces más para probar los modelos, lo medité por unas cuantas semanas y, finalmente, lo hice.
Compré un Kobo.
Tras casi dos meses de ser el dueño de un lector Kobo, puedo decir con alegría que me ha ayudado a aumentar el tiempo que le dedico a la lectura. Además de la rapidez en cambiar de páginas, me encanta que puedo conectar mi Kobo con mi cuenta de la biblioteca (que no es posible con Kindle para residentes de Canadá). Haciendo esto, puedo acceder a más de ocho mil libros del catálogo de mi biblioteca, hacer reservas y gestionar mis préstamos digitales directamente desde el dispositivo.
He usado mi Kobo para leer poesía, ficción breve, ensayos y manga hasta ahora, y ha superado al Kindle en todas las áreas. Es por esto que, si regresas a la primera imagen de esta publicación, 2024 es el año en el que más libros he leído en Goodreads (cabe acotar que la mayoría son volúmenes de manga, ¡pero aún así, son muchas páginas que cambiar y leer!).
Indirectamente, el hecho de poder leer de una forma más cómoda sin romper la inmersión, y de poder obtener libros tan fácilmente gracias al enlace con la biblioteca, me ha motivado a organizarme para leer más. He vuelto a consultar blogs de literatura para obtener recomendaciones, he participado en eventos de literatura y talleres de escritura creativa, he tomado anotaciones de las lecturas que estoy haciendo.
En general, estoy disfrutando el consumir libros de nuevo, y no tengo que forzarme a leer al final del día. En cambio, ahora intento terminar todos mis pendientes y quehaceres lo más temprano posible para sumergirme en mi Kobo y retomar mis historias donde las dejé el día anterior. Esto también me ha ayudado a reducir el tiempo que paso en pantallas (aunque, no puedo mentir, sigo perdiendo tiempo en TikTok todos los días).
Así que, en conclusión, estoy muy feliz con mi Kobo. ¡Hasta siempre, Kindle, has perdido el trono!