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andrés ignacio torres

Que no se te pase

  Que no se te pase
  ser Eros,
  ser Atlas,
  saltar de golpe hasta los astros,
  (no) esperar el rebote, el golpe,            el choque.

  Que no se te pase
  llenar el tintero,
  escribir tres líneas indelebles para renovar los votos
  antes de salir de casa.

  Que no se te pase
  esperar a Godot en la parada de Bellas Artes,
  regresar a los libros con cada parpadeo
        a tres mil poemas por segundo,
  perder el autobús, perderte en el viaje
  para volver al día siguiente, como si nada hubiera pasado,
      con una sonrisa.

  Que no se te pase
  la mundanidad:
       desayunar almorzar morir cenar 	otra vez
       ocultarte de noche (algunas noches)
       invocar el canto de los      desdoblar los recuerdos cada noche

       cortar cada hilo,
       ahogarlos,
       ahogarte.

  Que no se te pase
  ocultar todo atisbo de extrañeza
       - no vocalización, no presencia,
         nunca un fenómeno o manifestación.

  Que no se te pase
  llenar de humo tu rostro para tener más vida
  alrededor de los ojos.

  Que no se te pase
  escribirle mil poemas a la luna y al futuro
  mientras se apagan una a una
  las estrellas.

  Que no se te pase
  limpiar la casa y ordenar las cucharas,
  llenar de recogijo a quienes viven contigo,
  olvidar la última rebanada de pan y encontrar migajas:

       crear polvo.

  Que no se te pase
  esconderte de la muchedumbre para bailar salsa
                 con dos pies izquierdos,
  derramar el trago, derramar el vaso,
  ubicar 	     el otro pie derecho,
  cerrar los ojos y volver a nacer
  en llamas plateadas.

  Que no se te pase
  amanecer descalzo,
  desconcertado,
  en ciertos regazos.

  Que no se te pase
  recibir un golpe y poner la otra cara,
  correr por Chacaito a las 7 de la noche
  buscando cómo regresar a quién sabe qué encuentro,
  para qué si ya no hay estrellas ni aves migratorias,
  solo nubes,
       solo tierra

  y tristeza.


  Que no se te pase esperar al día en que la barca haya zarpado
  y el fuego de altamar consuma todo,
  hasta la tinta.

Este poema fue escrito y publicado originalmente en una iteración anterior de este blog, y fue recuperado para esta versión. Únicamente está disponible en español.